El acoso escolar, mejor conocido como bullying, se ha abierto camino en la corte de la opinión pública hasta ocupar titulares en los principales periódicos y espacios de noticias en radio y televisión gracias a una serie de desafortunados crímenes cometidos en fechas recientes.
Gracias a ello también de pronto toda persona en éste país ahora es un experto de bolsillo en el tema, desde el presidente hasta el burócrata local del municipio. Ríos de tinta y saliva han corrido tratando de encontrar y definir el origen del problema, tratando de encontrarle el hilo negro a un tema que no lo tiene puesto que la violencia en las escuelas ha existido siempre, aunque no era tan publicitada y agresiva como a últimas fechas
Algunos columnistas y políticos consideran que éste argumento (decir que el acoso ya existía desde hace tiempo) sólo busca despreciar y minimizar la gravedad del fenómeno. Dicha postura tiene de fondo diversos motivos, algunos legítimos basados en la ideología o los conocimientos del tema que tiene la persona mientras que otros se pueden considerar turbios pues obedecen a un intento de golpear políticamente a un adversario acusándole de insensible.
Sin embargo, estudios y la experiencia personal de cada uno sacará a relucir en qué medida el acoso escolar y el abuso emocional eran desconocidos en décadas anteriores. En aquellos tiempos las agresiones entre menores de edad quedaban catalogadas como juegos de niños, necesarios para que adquirieran carácter. Los derechos humanos de un menor de edad estaban todavía por ser reconocidos y considerados por las leyes.
También se toleraba e ignoraba el abuso físico o emocional de los profesores hacia los alumnos. El castigo corporal fue moneda común de disciplina durante algún tiempo y las observaciones personales del profesor hacia el trabajo académico o aspectos personales del estudiante no se pudieron cuestionar abiertamente en otro par de años. A pesar de ello, las noticias de niños y jóvenes matándose o matando no eran la norma. ¿Qué cambió en años recientes?
Los expertos de bolsillo (políticos, académicos, líderes religiosos, padres de familia, entre otros) ofrecen explicaciones variadas y a veces ridículas al respecto. Claman por los valores perdidos en la sociedad y en contra de la pérdida de autoridad por parte del profesor. Acusan a la televisión, a los videojuegos, al internet, al modelo político económico e incluso a la liberación femenina.
¿Tendrán razón? Para su desgracia, todas sus respuestas son ridículas y cortas para el tema en cuestión. Cada sector que se posiciona y genera información lo único que hace es defender agendas políticas y cotos de poder usando de pretexto el sufrimiento de los niños y jóvenes. Si su preocupación fuera en favor de ellos su reclamo estaría centrado en un punto más importante, pero hasta ahora ignorado: el criterio que se forjan los seres humanos. ¿Pero, por qué son deficientes todos los argumentos previos?
RÍOS DE TINTA Y SALIVA, ARGUMENTOS VACÍOS
Los valores.- Son un concepto filosófico que se refiere a las cualidades físicas o psicológicas que una persona otorga a un objeto. Los valores no sólo son positivos, sino también pueden ser negativos y pueden determinar la forma en que la persona se comporta en sociedad. Dado que los valores son positivos y negativos, éstos no se pierden sino que se dejan de enseñar. Asimismo, la sociedad misma en su conjunto define cuáles son los valores que se considerarán positivos y cuáles se rechazarán.
Si la situación de los valores está mal es porque la misma sociedad por completo ha fomentado y dejado que la escala de valores cambie en ese sentido. Es decir, no es un problema particular de sólo un sector o grupo o tipo de entretenimiento. Es un problema global que competería a todos revisarlo y actuar en consecuencia para que los viejos valores positivos vuelvan.
Un primer paso sería que los preocupados padres hablen con sus hijos desde pequeños sobre los valores, la convivencia, la tolerancia de las diferencias y el significado de temas espinosos que enfrentarán los pequeños cuando convivan con otros como las burlas, las peleas a puño limpio, los insultos, etc.
La autoridad del profesor.- En efecto, los derechos de los niños y diversas reformas políticas al marco normativo de la educación han reducido la forma en que un docente puede actuar sobre la disciplina de los alumnos, pero ese enfoque más suave sólo debería resultar un problema con estudiantes con serios problemas con la autoridad. En teoría los demás alumnos deberían llegar a las escuelas con nociones sobre lo correcto, el respeto, el concepto de autoridad, entre otras cosas.
A pesar de que Emilio Chuayffet, Secretario de Educación, ha sido crucificado por diversas plumas por señalar que el acoso no proviene de las escuelas su argumento tiene algo de razón pues la primera educación de un niño es en casa. De ahí obtendrá sus primeras virtudes y sus primeros vicios. Los padres han evadido la responsabilidad de inculcar algunos principios básicos de civilidad y urbanidad en los niños por años y le han dejado ese paquete a la televisión, a la Iglesia, a los maestros de la escuela, a los libros y al Internet. Y luego se asustan y se preguntan dónde fue que se descarriaron los muchachos...
La televisión.- La nana electrónica o la caja idiota, según le gusten llamar. Es la culpable favorita de todas las desgracias humanas desde la violencia y las guerras hasta de que los perros callejeros no tengan hogar. Es cierto que los contenidos basura que se exhiben en ella afectan la forma en que una mente joven ve el mundo, sin embargo el poder casi divino que se le atribuye a este aparato es consecuencia de una serie de descuidos garrafales de padres, empresarios y autoridades.
La televisión no es una niñera, para empezar. Puede mantener a los niños quietos para que no molesten a los papás, pero no es sustituto de las enseñanzas y el contacto humano que proporcionan los padres. Luego, no todos los contenidos que aparecen en la pantalla son aptos para niños. Ni siquiera la telebasura está hecha para ellos sino que son producciones hechas para gente ya grande que decide perder su tiempo con semejantes porquerías. El problema, de nuevo, es que algunos adultos son tan geniales que sólo dejan al menor sentado frente a la pantalla sin supervisión y sin comentar con él los que ve (lo cual es peor).
Los videojuegos.- De igual forma a los juegos de video se les acusa de que la gente se agarre a golpes o de que la hija del vecino acabó embarazada. Una vez más su casi divina influencia para corromper a la juventud es producto del descuido de la gente pues no todos los videojuegos son para niños. E incluso, los empaques señalan la edad mínima para que una persona lo pueda jugar.Y aún así, los videojuegos tocan temas espinosos que, se supone, los padres deberían comentar a veces con sus hijos. Sin guía y explicación no se genera un criterio para comprender lo que ocurre en el mundo virtual..
El Internet.- Vuelta a lo mismo, su poder corruptor es producto del descuido y la ignorancia. ¿Cuántos padres saben poner filtros de contenido a sus computadoras? ¿Cuántos saben cuál es la edad mínima para que se puedan usar redes social (digo, hay unos que crean el perfil de su hijo desde que está en gestación)?¿Cuántos saben revisar la actividad que ocurre en las computadoras de la casa? Y más importante: ¿cuántos actúan con inteligencia y en consecuencia de lo que detectan que sus hijos ven en Internet?
Internet no es una nana, ni es una entidad sensible para detectar a quién perjudica con la información que ahí se almacena. "Inteligéntemente" políticos y actores de la sociedad civil se pronuncian por una regulación (que podría contarse como una censura suave) de los contenidos de Internet o de la forma en que se puede acceder a él. El debate sobre lo ético y apropiado de estas medidas ha llevado muchos meses en los cuales no se detecta que los padres o los maestros platiquen a conciencia con los menores sobre qué es y cómo se usa Internet (digo, costaría menos dinero y tomaría menos tiempo que aprobar una legislación que podría prestarse a malos usos políticos, ¿no?)
El modelo político económico.- Se ha llegado a acusar que el sistema capitalista ha fomentado el acoso escolar al impulsar una visión individual y utilitaria de la vida, lo cual hace que los menores no tengan empatía y traten a los demás como objetos que se pueden usar a placer. No se puede negar que hay casos en los cuales ésto ocurre, pero no todos los casos de acoso son iguales. Ahora bien, ¿acaso los niños aprenden solitos el valor de la vida humana, el respeto al derecho que tienen las demás personas existir y ser diferentes? Lástima que no hay cerca de los niños personas (como, por ejemplo, los padres) que guíen y enseñen esas sutilezas de la vida.
Los toros y los circos con animales.- Algunos activistas en favor de los derechos de los animales buscan ligar la panacea contra el acoso con la prohibición de los espectáculos con animales. Señalan que al eliminar la violencia hacia los animales, los niños ya nos serán expuestos a escenas que trastornen sus mentes, al menos así funciona ese mundo de caramelo. El argumento es irreal desde su base pues no todos los seres humanos son iguales y los niños no son robots que forzosamente aprenden una cosa de lo que se les presenta.
Es cierto que personas con problemas psicológicos muy graves llegaron primero a abusar de animales por ser seres indefensos, pero eso es porque los animales son víctimas convenientes que se encuentran en todas partes. Personas con problemas realmente graves pueden no ser expuestas jamás a la tauromaquia y aún así destriparán a un pobre animal y por otro lado un fan de los circos quizá sea el más cariñoso con su perro... así de complejos somos los seres humanos.
El argumento y querer acabar con esas muestras porque "es lo mejor para la sociedad porque evita la cultura de la violencia" equivale a pensar que prohibiendo la prostitución y la pornografía acabará con las perversiones sexuales y las violaciones o que declarando ilegales los abortos disminuirá la actividad sexual juvenil y hará que todas las niñas lleguen vírgenes al altar... como si no existiera algo llamado educación sexual para enseñarle a los jóvenes a evitar embarazos y que hombres y mujeres tienen derecho a decidir cómo y con quién tener una relación o sexo, sin presiones de ningún tipo.
La liberación femenina.- Por ahí han surgido algunas críticas hacia el hecho de que, gracias a que el sistema capitalista es insaciable, las mujeres deben salir a trabajar para mantener la casa y por ello descuidan a sus hijos y ese abandono los convierte en bestias salvajes sedientas de sangre. Más que una crítica al sistema capitalista, el argumento es un ataque directo a los derechos de las mujeres a tener una vida profesional (digo, se supone que la base del argumento es que ya que ellas no están en casa los niños se echan a perder). Una vez más es una lástima que no hay otro ente relacionado con el niño (dígase su padre; aunque otros familiares también podrían contar) para que la feria sea domada.
EL CRITERIO, ESE DETALLE INCÓMODO
Una y otra vez el tema del acoso escolar prueba y vuelve a probar que a los mexicanos nos hace falta un detalle muy importante para evitar que los jóvenes se agredan entre sí (y en general para que no nos matemos los unos a los otros): el criterio.
El criterio es un concepto de psicología que se refiere a la aptitud de un ser humano para determinar el valor del comportamiento asertivo humano. En español simple: es la habilidad de una persona para definir sobre su postura o actuación (y sobre lo correcto de esa postura).
La falta de criterio que exhibimos como sociedad queda clara desde los debates que hay en sociedad sobre la definición del bullying o acoso escolar. Casi todas las madres consideran que si a su hijo le dijeron tonto hoy ya es víctima de bullying, cuando no es así.
No hay que confundir la gimnasia con la magnesia. El acoso escolar se refiere a una conducta agresiva continua y recurrente contra una misma persona. Una pelea ocasional, un insulto que se dijo un día, un apodo eventual no son actos de bullying. Se debe entender ésta aclaración porque de lo contrario los verdaderos casos de bullying se perderán en el sistema y las autoridades (de por sí tan rápidas y eficientes) no se darán abasto descartando casos de ojos morados que no tienen consecuencias legales mientras los verdaderos abusos con resultados potencialmente fatales esperarán en la línea sin recibir atención.
La falta de criterio también sale a relucir en las propuestas hechas para combatir el fenómeno. Se busca colgarle la culpa del acoso a sólo un factor, cuando es producto de una cadena de descuidos o acciones equivocadas (además de que casi todos los factores no son las raíces del problema, como ya se dijo).
La verdadera acción de peso para reducir el acoso radica en que padres, maestros, medios, políticos y todo mundo, empiecen a abogar porque se enseñe a los niños a tener un criterio sobre las cosas. Se debe enseñar a los jóvenes desde pequeños el significado de las cosas, las razones por las cuáles son buenas o malas (y la razón por las cuáles deben hacerlas o no).
Corresponde a padres y maestros desarrollar el pensamiento de los muchachos sobre los temas en la televisión, los videojuegos y el internet. Y no se requiere de una clase de filosofía para ello. Simplemente se necesita que los adultos estén enterados sobre los temas a los que están expuestos los niños y hacerles preguntas para conocer su opinión y sentimientos al respecto. Con base en esas respuestas se puede guiar al menor sobre su entendimiento de las cosas.
Ese hilo negro lo descubrió Sócrates hace siglos y se llama mayéutica, la cual consiste en preguntar sobre un tema, luego responder la pregunta y después hacer una pregunta sobre esa respuesta y así construir conocimiento. Con esa simple acción los menores entenderían las razones detrás de lo correcto o incorrecto de las cosas, quizá de una forma más efectiva que el castigo corporal o el simple método impositivo (especialista en ordenar, pero nunca en dar razones tras las órdenes).
Por parte de los políticos y los ciudadanos está el entender mejor el mundo moderno en el que se desarrollan los niños. La tecnología y los contenidos a los que están expuestos requieren de guía y debate con ellos y no sólo imponer barreras restrictivas para que no vean ni oigan nada "insano". Había una historia llamada El Castillo de la Pureza donde un tipo casi hace que sus hijos se hagan pareja entre ellos por querer protegerlos a piedra y lodo del pecado del mundo exterior.
¿Se puede erradicar el acoso escolar? Por desgracia no, la violencia será parte de la condición humana por mucho tiempo aún. Sin embargo se puede hacer que la gran mayoría de los niños por venir enfrenten la violencia con inteligencia y comprensión, dejando para los especialistas aquellos casos de actos verdaderamente graves.
Por desgracia, el criterio es un detalle incómodo para todo mundo. El criterio eventualmente lleva a cuestionar ideas establecidas, lo que no le conviene a los sistemas de gobierno o a los políticos que pretenden que trabajan aprovechando el temor y la ignorancia de la sociedad. Tampoco le conviene a los líderes religiosos que actúan fuera de las normas morales que dicta su religión, ni tampoco a los padres que ordenan a sus hijos comportarse con rectitud, mientras ellos roban, mienten, abusan y fomentan agresiones peores que las físicas.
Formar el criterio es difícil porque requiere coherencia y honestidad, lo demás es simple pues es demagogia, ambición e hipocresía.
Andrés Olivares.
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