La muerte del Hotel Regis



Sobre la calle de Juarez, en la esquina con Balderas y a unos metros del transitado Paseo de la Reforma y de la populosa Alameda Central se encuentra un pequeño parque por el cual la gente camina día a día sin siquiera detenerse a observarlo.

El parque es más bien una plaza que recibe el nombre de Plaza de la Solidaridad y en la actualidad es frecuentada por quienes buscan sentarse un rato debajo de la sombra de sus árboles, comprar las artesanías y otros productos de los puestos ambulantes o bien subirse al carrusel de la época porfirista instalado en el lado que está sobre la calle de Juárez*.

Sin embargo hace más de 27 años el espacio ofrecía una visión completamente distinta. No había persona que no quisiera estar en ese lugar, disfrutar de los lujos y comodidades que el espacio ofrecía tanto a los visitantes a la "Ciudad de los Palacios" como a los propios habitantes de la capital.

Y es que hace más de 27 años en esa esquina se ubicaba un edificio de ocho pisos construido en estilos Art Nouveau y Art Decó que no sólo albergaba a la crema y nata de la sociedad mexicana de su tiempo, sino que era también un pedazo mismo de la historia de México. Un edificio que se erigió orgulloso por espacio de 71 años, un hotel sinónimo de lujo y confort: el emblemático Hotel Regis.

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EL NACIMIENTO DE UNA LEYENDA

La construcción del Hotel Regis en lo que hoy es el terreno delimitado por las calles de Balderas, Juárez y Doctor Mora comenzó en 1906 y tardó tres años en concretarse. El edificio, entonces de cinco pisos, fue planeado originalmente para albergar las oficinas del diario El Imparcial.

Sin embargo, esos planes fueron abandonados junto con el inmueble tras el terremoto que azotó la ciudad de México el 7 de junio de 1911, día que coincidió con la entrada triunfal de Francisco I. Madero a la Ciudad de México tras el triunfo de los rebeldes revolucionarios sobre el régimen porfirista.

El quinto piso del edificio no resistió el embate del fenómeno telúrico de 7.8 grados en la escala de Richter y se desplomó sobre el resto de la estructura, lo cual propició su abandono. Tras una remodelación, el uso del edificio fue cambiado al de departamentos, pero no tuvo mucho éxito y el inmueble quedó sin ocupar por lo cual tuvo que ser vendido a un magnate veracruzano de nombre Rodolfo Montes, quien lo transformó finalmente en un hotel.

El edificio abrió de nuevo sus puertas bajo el nombre de "Hotel Ritz". El nombre no duró, pues un año más tarde, con la caída del nuevo dictador Victoriano Huerta, se le tuvo que rebautizar, esta vez con el nombre que lo acompañaría hasta el final: Hotel Regis.

En el aspecto arquitectónico el edificio de estilo neoclásico sufrió varias adecuaciones. Se le añadieron pisos y un reloj en la azotea, así como un espacio para el Teatro de La Bombonera Regis (posteriormente reconvertido en el Cine Regis), así como el Restaurante Don Quijote y un bar con el mismo nombre del hotel.

El empeño del magnate veracruzano por convertirlo en el mejor espacio para hospedaje de México lo llevó casi a la quiebra, por lo cual tras la remodelación de la fachada tuvo que venderlo a una familia de apellido Hernández. El nuevo dueño del hotel, Facundo Hernández, falleció días después de adquirir el edificio, por lo cual la propiedad pasó a manos de su viuda.

La mujer nombró como administrador a su yerno, Manuel Castelán Mesa, quien conservó el puesto hasta 1933 cuando fue metido a la cárcel por su propia suegra cuando Manuel (junto con los sobrinos de la familia) desaprobaron el matrimonio de la viuda con un taxista que daba servicio en el hotel.

Dicho matrimonio terminó cuando el taxista abandonó a la viuda y huyó del país. Para 1940 Manuel Castelán fue liberado de prisión, pero la tensión, el divorcio de su esposa y problemas financieros acabaron con su salud. El hombre falleció en la oficina de administración del hotel.

La familia Hernández vendió el Regis en 1944 a Anacarsis Peralta Díaz, quien remodeló el edificio incluyendo elementos como el mármol o la transformación del lobby para introducir una gran escalera. Bajo su manejo el Hotel Regis finalmente se convirtió en lo que su creador soñó: uno de los mejores hoteles de México.

AÑOS DORADOS

La fama de ser uno de los mejores y más lujosos hoteles para hospedarse se consolidó durante el resto de la década de los 40 y toda la de los 50. Prueba de su éxito fue el gradual nacimiento de anexos a los servicios del hotel como el restaurante Paolo, el cabaret Capri o la Taberna del Greco.

El edificio se mantuvo como referente de la historia contemporánea de México al haber atestiguado la Revolución Mexicana, la Expropiación Petrolera, la Inundación de la Ciudad de México de 1945 o la Inauguración de la Torre Latinoamericana en 1972. En 1957 un nuevo sismo azotaría la Ciudad de México y haría caer al Ángel de la Independencia de su columna, pero el Regis se mantuvo inmutable ante este fenómeno.

Anacarsis Peralta Díaz permanecería al frente del hotel hasta su muerte el 28 de noviembre de 1958 en un accidente aéreo ocasionado por el mal clima. La viuda de la familia Peralta decidió entonces que el mando lo retomara su hijo, Sergio Peralta Sandoval. El muchacho de 24 años se retiró de este puesto en 1968 y le cedió la batuta a su hermana Yolanda, quién estuvo al frente del hotel de 1972 a 1985.

Fachada del Regis en sus últimos años, segùn una foto de la época. Fuente: http://memoriaurbana.foroactivo.com/t186-hotelesrestaurantescabarets-y-cines-de-mexico

EL FIN DE UNA ERA

El centro de México es una zona sísmica por excelencia. Prueba de ello son los sistemas montañosos que se extienden virtualmente en cualquier dirección del país, zonas donde el terreno se comprime y levanta por acción del movimiento de las placas tectónicas. Esa misma fuerza que elevó las montañas que rodean el valle de México también hace que las placas, piezas de la corteza terrestre flotando sobre un mar de roca fundida, se froten entre si generando tensión.

La mañana del 19 de septiembre de 1985 en los límites de los estados de Michoacán y Guerrero, justo frente a la desembocadura del Río Balsas, en la denominada Brecha de Michoacán, dos placas tectónicas que se presionan entre sí para hundirse en las profundidades de la superficie terrestre liberaron la tensión acumulada durante años de inactividad sísmica.

A las 7:17 la energía liberada por un equivalente de mil 114 bombas atómicas de 20 kilotones inició un viaje de dos minutos hacia el corazón de la capital mexicana. Los días de gloria del Regis habían llegado a su fin.

Cerca de las 7:19 de la mañana Danilo Cabrera, ocupante de una de las 367 habitaciones del hotel iba hacia el cuarto de baño tratando de sujetarse del marco de la puerta debido al vaivén del edificio. Tras unos crujidos y rechinidos, el suelo bajo los pies de Cabrera desapareció y el hombre se precipitó cinco pisos junto con una cascada de escombros.

Cabrera corrió con suerte y sobrevivió con cortadas y algunas costillas rotas, pero otros varios de los huespedes del emblemático edificio no tuvieron tiempo de reaccionar, puesto que se desplomó sobre sus ocupantes apenas unos segundos después de las primeras sacudidas. El colapso daño una de las lineas de gas, lo cual desató un incendio que se extendió entre los escombros, dificultando las labores de rescate.


Restos del otrora orgulloso Hotel Regis. Fuente: Wikipedia.

Tras 71 años de historia y de formar parte del horizonte de la ciudad, el Hotel Regis había caído para jamás volver a levantarse. Lo que quedó de la estructura ruinosa del antes orgulloso edificio fue demolida el 24 de noviembre de 1985. Hoy en día sólo quedan árboles, un memorial y el recuerdo de unos tiempos que jamás volverán.

Aspecto actual de la Plaza de la Solidaridad. Fuente: Wikipedia

Crónica de Jacobo Zabludovsky de los daños ocurridos en la zona del Monumento a la Revolución y la Alameda Central

Comentarios

  1. Muy interesante yo fui a los baños cuando me quedé sin agua.

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  2. De niño siempre mi padre nos hospedó allí cuando cada año viajábamos a la capital

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